martes, 5 de junio de 2007

FILEBO

FILEBO.-

La primera particularidad que cabe destacar es que a diferencia del resto de los diálogos platónicos, la escena y el debate ya están dados al comienzo del diálogo. En efecto el tema principal del diálogo será la disyuntiva fuerte que se presenta entre de un lado la ética del placer postulada por Protarco y Filebo, y de otro la ética de la prudencia y del conocimiento defendida por Sócrates.

Para resolver la cuestión se utilizará la idea de bien como tercer término, de tal modo que la ética del placer será preferible a la ética de la prudencia siempre y cuando el placer venga a coincidir o a participar en mayor grado del bien que la prudencia; y a la inversa la ética de la prudencia resultará preferente sobre la ética del placer en el caso de que la prudencia y el bien sean lo mismo, o aquélla participe en mayor grado de éste que el placer.

A continuación se propone un trinomio de modelos para desarrollar el esquema dialéctico previsto inicialmente. En primer lugar se partirá de una vida desprovista de placer y reducida a simple prudencia y conocimiento, que se descarta por tratarse de una vida no humana. En segundo lugar se postula una vida reducida simplemente a placer y desprovista de cualquier atisbo de prudencia o conocimiento, que será calificada como una vida puramente animal, y que en consecuencia tampoco no es humana. Y en tercer lugar se perfila la vida propiamente humana compuesta de prudencia e intelecto de un lado y placer de otro.

Este tercer modelo de vida humana mixto de placer y de prudencia, será el término a partir del cual se determine el orden de preferencia entre prudencia y placer, de tal modo que uno u otro prevalecerán en función de su identidad o mayor grado de participación con el bien.

Para ello se examinará en primer lugar la naturaleza y clases de placer, y en segundo lugar la naturaleza y clases de prudencia y conocimiento.

Para la determinación de la naturaleza del placer y de la prudencia, Platón utilizará cuatro categorías del ser: la cantidad ilimitada, la cualidad limitada, las formas generadas y la causa de la generación.

De este modo el placer será cantidad ilimitada e indeterminación que sólo se determina a partir de la satisfacción de deseos de objetos externos que calman un dolor previo (el dolor y el deseo radican en el alma antes que en el cuerpo, porque el primer deseo se encuentra en el alma antes de su experiencia por el cuerpo), y a partir de objetos o ideas externos que operan sobre el alma.

Se distinguirá entre placeres mixtos, asociados a la desaparición de dolores con los que necesariamente concurren, y placeres puros que no están asociados al dolor y que los experimenta el alma vinculados al intelecto, o a experiencias estéticas o sensoriales desprovistas de dolor. Entre estos últimos Platón incluye los placeres intelectuales, que será los únicos necesariamente buenos, pero que carecen de sustancialidad propia porque no dejan de ser una de las especies del placer, que ene este caso acompaña a la actividad intelectual como un efecto accidental de la misma.

Entre los mixtos hay que distinguir a los placeres que se producen simultáneamente a la desaparición de un dolor, y los placeres que proceden de la esperanza de la desaparición de un dolor presente.

En segundo lugar se estudiará la naturaleza y las clases de prudencia y conocimiento. De este modo, la prudencia y el conocimiento serán la cualidad limitada y las formas determinadas. Y las clases de conocimiento y prudencia se determinan por los objetos de que se ocupan los distintos saberes, desde aquellos que versan sobre objetos conjeturables y que consisten en opiniones verdaderas, hasta aquellos otros como la dialéctica que se refieren a los objetos más elevados y certeros de la ontología platónica que son las ideas.

Y en tercer lugar Platón subdividirá en cada una de sus partes formales el género de la idea de bien belleza, proporción y verdad, al objeto de determinar el grado de participación del placer y de la prudencia sobre cada una de las especies determinadas del género bien.

De este modo se concluye que en relación con la verdad, el placer por un lado puede resultar engañoso, porque en no pocas ocasiones enturbia la claridad de los objetos que se debe alcanzar por otro lado a través de la prudencia y el conocimiento.

En el mismo sentido y tomando como referencia la especie de la proporción quedó de manifiesto de un lado la dimensión delimitada y mesurada del conocimiento y de la prudencia, y de otro lado la naturaleza desmesurada e indeterminada del placer.

Y en relación con la belleza, el platonismo siempre ha saciado belleza a verdad y bien, y en consecuencia el placer en tanto que puede resultar falso y engañoso puede resultar deforme estéticamente, mientras que el conocimiento y la prudencia en tanto resultan emparentadas con la verdad resultarán necesariamente bellos.

Por tanto la conclusión es que en la vida mixta de placeres y conocimientos y prudencia, deben supeditarse en cualquier caso los primeros a lo segundo.