viernes, 23 de marzo de 2007

EL BANQUETE

EL BANQUETE.-

El Banquete trata de la idea del amor, trata del eros. La escena del diálogo se desarrolla en la casa de Agatón, vencedor del certamen de poesía del año en Atenas, que da una fiesta-banquete en su casa para celebrar el evento, a la que invita a diversos personajes de la vida pública ateniense, cada uno de los cuales pronunciará un discurso sobre el eros.

La escena no aparece referida directamente en el diálogo, sino que se la contará un joven discípulo de Sócrates llamado Apolodoro a un ciudadano común ateniense llamado Glaucón, años después de que hubiera tenido lugar. Apolodoro confiesa no haber sido testigo directo del banquete, y reconoce conocerlo por mediación de Aristodemo, otro joven discípulo socrático que en este caso estuvo presente directamente en la cena.

La razón de la presentación remota de la escena en que se desarrollan los contenidos del diálogo no es otra que representar de ese modo la atracción que ejerce sobre el alma la contemplación de la verdad y de la belleza de las ideas, que es la esencia final del amor, sin perjuicio de reconocer la presencia por debajo de las ideas de una gradación de objetos e imágenes que despiertan la fuerza atractiva del eros, pero que sólo resultan verdaderamente bellos si se pueden recomponer dentro de la naturaleza de las ideas.

Con esta concepción platónica de que el verdadero amor es el deseo que experimenta el hombre por la verdadera belleza presente en la ideas, se entiende bien que Sócrates el modelo de filósofo perfecto no experimente movimientos de atracción irracionales del alma hacia nada ni nadie. En este sentido el único movimiento irracional de atracción que padecerá el alma socrática es la comprensión filosófica y racional de las ideas, que es tanto como reducir la irracionalidad del amor socrático a cero, y que por tanto el amor socrático por las ideas habrá de ser comprendido más como reflexión o comprensión antes que como amor; supone la destrucción del eros, por eso Sócrates llega más tarde que los demás al banquete, se debe mostrar la distancia. Y por eso también Sócrates no puede decir una palabra sobre el amor, porque es una sentimiento irracional que brota del deseo de belleza alimentado por las carencias del alma, y Sócrates no experimenta ni carencias en el alma como filósofo perfecto ni deseo de cubrir esas carencias, porque está ya en la contemplación y comprensión de las ideas. Así que Sócrates como no sabe decir qué es el amor coloca el discurso que le refirió su reverso que es la adivina y posesa Diotima.

La primera intervención es la de Fedro que define el amor como el deseo de atracción hacia la belleza de los cuerpos humanos, que tendría como efecto que el amante deseara ser virtuoso para merecer la estima y la consideración del amado, aunque más que amor se trataría de una aprobación ética o moral.

A continuación interviene Pausanias quien sigue la definición del anterior pero añade que el amor sólo es tal cuando se dirige hacia el amado no de un modo incontrolado ni para satisfacer apetitos más o menos turbios, sino para incrementar la virtuosidad del amado.

En el primero de los casos el amor se presenta como fuente de firmeza generada por el deseo de la posesión de la belleza, y en el segundo caso se presenta como fuente de generosidad que procura la firmeza del amado a quien se dirige. En realidad el segundo caso supone un desarrollo del primero, por cuanto la propia firmeza generada por el deseo de posesión del amado, necesariamente experimentará un movimiento de generosidad hacia el amado que tenga por objeto procurar su firmeza.

En tercer lugar y en el contexto de esta dualidad y reciprocidad interviene el médico pitagórico Erixímaco para matizar que el amor es el deseo que toda sustancia tiene de su contraria para que resulte la producción de la armonía en la totalidad que integran los contrarios, con lo cual introduce los conceptos de número y equilibrio en el fin hacia el que se orienta el amor, más allá de la belleza del amado, la firmeza propia, la generosidad propia o la firmeza del amado. Por tanto el criterio que maneja el pitagórico para definir el amor es el de racionalidad matemática

En este punto irrumpe estrepitosamente el comediógrafo Anaxágoras, burlándose de la definición del pitagórico y poniendo ya sobre la mesa la nota esencial de la definición del amor: el deseo alimentado por la carencia en la forma del mito de los hermafroditas separados por la envidia de los dioses y la búsqueda de la otra mitad perdida. Anaxágoras sabe del amor porque como poeta opera irracionalmente y sabe de que va el asunto, está en su terreno; si bien sólo sabe explicarse de un modo igualmente irracional a través de mitos.

Quien le sigue es el orador Agatón y pone el acento en que esa carencia señalada por Aristófanes produce un deseo no meramente contemplativo sino productivo, productor de discursos, hijos…, productor de belleza, lo que tiene que ver con la cualidad idiosincrásica que presenta el personaje como vencedor del certamen en virtud de la belleza producida por su oratoria.

La intervención de Sócrates cierra las definiciones del amor, porque Sócrates será el que no ama, el que no tiene carencias ni deseo porque vive en la plenitud de la contemplación estética y la comprensión filosófica de las ideas eternas, por ello no dice nada personalmente porque no puede saber de que va, por eso se remite a un discurso de la adivina Diotima, en que se define el amor, el eros de modo alegórico y teológico como el hijo de la escasez (penía) y de la astucia (poros), el deseo que nace de la escasez y se dirige hacia la belleza para saciar las carencias a través de su producción.

La irrupción de Alcibíades como contramodelo de Sócrates que le ama, pero que se queja de la falta de amor de Sócrates por él, habla por sí misma de la imposibilidad del amor de un Sócrates que no se altera, que es todo racionalidad, que no tiene escasez, que vive en la plenitud del ser ontológico eterno de las ideas y que no necesita de los demás.

1 comentario:

Unknown dijo...

El fin de todos es el amor...y sobre todo lo que quieren decir con diferentes metáforas y con mensajes subliminales y relajados, son las diferentes formar de amar. Dando libertad a los sentimientos sin miedos...y todos son aceptables...por ello crean ese banquete para acabar dando rienda suelta a sentimientos ocultos.. .pero una vez desarrollado fingen ser su auténtico yo...y viven una mentira...
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