viernes, 23 de marzo de 2007

EUTIFRÓN

EUTIFRÓN.-

El Eutifrón tiene por objeto la idea de piedad. Los protagonistas del diálogo son Eutifrón, fanático religioso y moralista que da nombre al mismo, y Sócrates. El juzgado de Atenas será el lugar en que se desarrolla la escena porque Sócrates viene de recoger la citación para el juicio de impiedad e inmoralidad por el que está acusado. En cambio Eutifrón está en el juzgado al objeto de acusar a su propio padre de impiedad y homicidio de un modo evidentemente exagerado (el padre de Eutifrón no se había ocupado de mantener las condiciones que aseguraran la vida de uno de sus jornaleros que había matado a uno de los esclavos del primero, y se había dirigido a los jueces atenienses al objeto de que determinasen que hacer con el jornalero, de tal modo que mientras esto ocurría se producía el fallecimiento de éste).

Es evidente la presencia de la ironía socrática en el hecho de que por un lado la acusación de impiedad realizada por Eutifrón contra su propio padre es manifiestamente impía, y a su vez que Sócrates haya sido a su vez acusado de impiedad de un modo completamente impío por sus acusadores; y que por otro lado sea Sócrates quien interrogue a un pretencioso Eutifrón que afirmando conocer con exactitud la esencia de la idea de piedad, se encuentra completamente despistado.

Por un lado Eutifrón comienza dando una definición subjetivista de piedad porque estaría constituída por el conjunto de conductas humanas que resultan gratas a los dioses no en cuanto a una bondad inherente a dichas conductas, sino porque los dioses desean que se realicen esas conductas.

La réplica socrática es demoledora porque pone de manifiesto que a la pluralidad de los dioses no les resultan gratas las mismas conductas, sino que dependiendo de la divinidad de que se trate una conducta puede ser pía o impía, de tal modo que una misma conducta será impía y pía al mismo tiempo para el conjunto de los dioses globalmente considerados, tesis que resulta contradictoria.

La objeción socrática al voluntarismo moral ético y político de naturaleza politeísta se asienta sobre las bases de una filosofía atea racionalista para la que los criterios de justicia de las conductas deben ser inherentes al mundo humano, sin que quepa trascender dichos criterios a esferas divinas externas al propio mundo y menos aún de un modo voluntarista, subjetivista e irracional.

La siguiente tesis define la piedad a partir de un criterio objetivo como el conjunto de aquellas conductas morales cuya bondad y justicia resulta inherente a su propia naturaleza moral intramundana, y que por su propia virtud es sancionado positivamente como piadoso por los dioses.
De este modo ya completamente ateo los contenidos morales, éticos y políticos de la piedad queda reducidos a la justicia humana, y en un sentido estricto la piedad quedaría reducida al conjunto de ceremonias religiosas trabadas indisolublemente con los dioses destinatarios de las mismas en una misma religión positiva politeísta que comenzaría a ser vista desde el racionalismo ateo socrático como un amasijo caótico de meras apariencias, mitos e imágenes fantásticas.

1 comentario:

GP dijo...

Σωκράτης no es un “racionalista ateo”; su “razón”, es decir, su νοῦς, es demónico; esto es, le viene de un δαίμων que sirve de intermediario entre el bien ⟨τὸ ἀγαθός⟩, que es inmortal ⟨ἀθάνατος⟩, y las cosas o asuntos de los hombres, que son mortales ⟨οἱ θάνᾰτοι⟩. Es gracias a esta intervención semi-divina que Σωκράτης reitera, una y otra vez, que su modo de discernir y actuar es bueno o semejante ⟨ὅμοιος⟩ al del bien perfecto; y es así en tanto que no hay otro modelo ⟨παράδειγμα⟩ de bien mas que el divino ⟨τὸ θεῖον⟩ que sirva de medida ⟨μέτρον⟩ para ser de tal modo.