LAQUES.-
Los principales personajes del Laques e interlocutores de Sócrates son los generales Nicias y Laques. La elección de los protagonistas del diálogo no resulta externa a su contenido filosófico, sino que está internamente vinculada. En efecto el impetuoso Laques y el indeciso Nicias se pronunciarán por conceptos del valor opuestos.
En la parte introductoria del diálogo y a propósito de la educación de un muchacho ateniense, se plantea si los ejercicios gimnásticos de lucha y esgrima resultan convenientes para adquirir la virtud del valor. La respuesta de Nicias es positiva porque los ejercicios otorgan vigor a los cuerpos y firmeza a los espíritus, pero Laques en cambio se muestra contrario a la práctica de los mismos porque en su opinión nada añaden al conocimiento de la táctica y la estrategia militares.
A continuación se plantea en problema de la definición del valor y se parte de la tesis de que el valor es una virtud. Laques sostiene que el valor es la virtud de afrontar los males y padecer los daños que sean menester afrontar y padecer. Laques define la virtud del valor como una conducta.
Frente a la definición de Laques, Nicias objeta que dicha virtud debe resultar acompañada del conocimiento de aquellos males y daños que resulta necesario padecer, porque puede ocurrir que el individuo que voluntariamente decide afrontar una serie de males, provoqué con dicha decisión males mayores de los que se hubieran producido en caso de no haber afrontado los primeros. Es decir, Nicias sostiene que la virtud del valor debe ir acompañada del conocimiento para no ser temeridad. Es más Nicias afirmará que puesto que la virtud del valor debe ir acompañada del conocimiento, ésta será esencialmente conocimiento y no conducta. Llegados a este punto es preciso aclarar que el tipo de conocimiento a que se refiere Nicias estriba en un cálculo racional y utilitarista de las ventajas individuales que se pueden obtener al afrontar las situaciones que requieren del concurso del valor. Nicias se mueve en la órbita de las trayectorias de los sofistas que establecían como principal objetivo político el éxito personal individual.
Y en este punto interviene Sócrates para desmontar la afirmación de Nicias primero al poner de manifiesto que si la virtud del valor es sólo conocimiento y si la virtud en general y el resto de virtudes son también conocimiento, en tanto que son lo mismo en nada se distinguirán las unas de las otras. Y por otro lado para matizar que el tipo de conocimiento que debe acompañar a la virtud del valor para que ésta lo sea verdaderamente es la justicia, o de otro modo que el ser de la virtud del valor está participado por el ser de la idea de justicia, de tal modo que sin dicha participación la virtud del valor sería meramente apariencia de ser o de otro modo mero no ser.
La doctrina expuesta por Sócrates sería compartida por Laques, porque en ambos casos se trata de personajes que vinculan la idea de la virtud del valor con la idea de la justicia políticamente implantada, más allá del ámbito puramente ético del cálculo utilitarista de las ventajas e inconvenientes que resultan de una acción.
Los principales personajes del Laques e interlocutores de Sócrates son los generales Nicias y Laques. La elección de los protagonistas del diálogo no resulta externa a su contenido filosófico, sino que está internamente vinculada. En efecto el impetuoso Laques y el indeciso Nicias se pronunciarán por conceptos del valor opuestos.
En la parte introductoria del diálogo y a propósito de la educación de un muchacho ateniense, se plantea si los ejercicios gimnásticos de lucha y esgrima resultan convenientes para adquirir la virtud del valor. La respuesta de Nicias es positiva porque los ejercicios otorgan vigor a los cuerpos y firmeza a los espíritus, pero Laques en cambio se muestra contrario a la práctica de los mismos porque en su opinión nada añaden al conocimiento de la táctica y la estrategia militares.
A continuación se plantea en problema de la definición del valor y se parte de la tesis de que el valor es una virtud. Laques sostiene que el valor es la virtud de afrontar los males y padecer los daños que sean menester afrontar y padecer. Laques define la virtud del valor como una conducta.
Frente a la definición de Laques, Nicias objeta que dicha virtud debe resultar acompañada del conocimiento de aquellos males y daños que resulta necesario padecer, porque puede ocurrir que el individuo que voluntariamente decide afrontar una serie de males, provoqué con dicha decisión males mayores de los que se hubieran producido en caso de no haber afrontado los primeros. Es decir, Nicias sostiene que la virtud del valor debe ir acompañada del conocimiento para no ser temeridad. Es más Nicias afirmará que puesto que la virtud del valor debe ir acompañada del conocimiento, ésta será esencialmente conocimiento y no conducta. Llegados a este punto es preciso aclarar que el tipo de conocimiento a que se refiere Nicias estriba en un cálculo racional y utilitarista de las ventajas individuales que se pueden obtener al afrontar las situaciones que requieren del concurso del valor. Nicias se mueve en la órbita de las trayectorias de los sofistas que establecían como principal objetivo político el éxito personal individual.
Y en este punto interviene Sócrates para desmontar la afirmación de Nicias primero al poner de manifiesto que si la virtud del valor es sólo conocimiento y si la virtud en general y el resto de virtudes son también conocimiento, en tanto que son lo mismo en nada se distinguirán las unas de las otras. Y por otro lado para matizar que el tipo de conocimiento que debe acompañar a la virtud del valor para que ésta lo sea verdaderamente es la justicia, o de otro modo que el ser de la virtud del valor está participado por el ser de la idea de justicia, de tal modo que sin dicha participación la virtud del valor sería meramente apariencia de ser o de otro modo mero no ser.
La doctrina expuesta por Sócrates sería compartida por Laques, porque en ambos casos se trata de personajes que vinculan la idea de la virtud del valor con la idea de la justicia políticamente implantada, más allá del ámbito puramente ético del cálculo utilitarista de las ventajas e inconvenientes que resultan de una acción.
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